Él eligió el ocho y perdió un premio en un juego de azar por ese único número que no acertó. Peleado con su mala pata, anduvo después evitándolo: no compraba nada que tuviese un ocho en el precio. Empezó a dormir siete horas diarias. Cambió el despertador para que sonase a las nueve. Llevó la superstición al límite.
Un día, un ocho de julio, siendo el octavo en una fila, cayeron a sus pies ocho artículos. Los recogió en ocho segundos. Se los pasó a su dueña y se enamoraron tras conversar ocho minutos. El ocho lo eligió a él.
Y vivieron ocho años de felicidad inmensa...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Ese ocho de julio ocho bonsai de besos !
ResponderEliminarParece que por mucho que hagas, el destino te marcará el futuro. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que hay que hacer las cosas sin pensar demasiado. La superstición es muy mala. Yo no soy supersticioso porque dicen que trae mala suerte, ja,ja,ja.
ResponderEliminarOcho abrazos.
Pues es genial que sea un ocho quien acabe decidiendo el destino, muy ocurrente tu texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa relación tiene una base falsa, porque julio es el mes siete. Le auguro porvenir hasta el próximo ocho de agosto.
ResponderEliminarBuen relato!
ResponderEliminarPara que luego se diga que los números no tienen vida propia... U organizan la ajena. :))))))
Un cursillo de numerología no le vendría mal. Saludo Julio.
ResponderEliminarEso sí que es cuestión de suerte.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Me ha encantado Julio.
ResponderEliminarPorque el hombre no se ha dado cuenta de todos los ochos que conspiraron en beneficio suyo, porque imagino que de haber contado el número de artículos tirados quizá no se hubiera molestado en alzarlos, y ni cuenta se dio el tiempo transcurrido mientras los levantaba y mientras se iba enamorando.
Abrazos.
Es genial! Muy bueno 👏🏼👏🏼👏🏼
ResponderEliminarMuy buenas ese Ocho que nos trae por el camino del infinito , de él se dice tanto que si todo fuera cierto estaríamos a nada de descubrir el principio de la vida . Un placer leerte. SALUDOS.
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