-Le dejo unas monedas, amigo Filiberto, pero no se las gaste en vino.
-Caballero, disculpe. Usted siempre ordena lo mismo cuando me da plata.
-Es que usted es bueno para el trago y eso me preocupa.
-¿Por qué?
-Porque yo estuve en sus zapatos. No viví en la calle, no, pero sí fui alcohólico. Mucho del sueldo iba a parar ahí. Casi pierdo la casa y mi familia. Igualmente me rehabilité gracias a ellos. Pero me costó años.
-Y si usted fue alcohólico teniéndolo todo, ¿por qué me pide a mí que no lo sea si yo no tengo nada?
-Caballero, disculpe. Usted siempre ordena lo mismo cuando me da plata.
-Es que usted es bueno para el trago y eso me preocupa.
-¿Por qué?
-Porque yo estuve en sus zapatos. No viví en la calle, no, pero sí fui alcohólico. Mucho del sueldo iba a parar ahí. Casi pierdo la casa y mi familia. Igualmente me rehabilité gracias a ellos. Pero me costó años.
-Y si usted fue alcohólico teniéndolo todo, ¿por qué me pide a mí que no lo sea si yo no tengo nada?
uf, qué final más bueno amigo, consejos vendo que para mí no tengo
ResponderEliminarUn abrazo
Se ayuda sin condiciones no? Buen relato, saludos
ResponderEliminarEl vino, que buen amigo !!
ResponderEliminar¡Hola, Julio David! Buenísima intervención final, esa respuesta del alcohólico es antológica. Digna de cualquier novela de Hammett o Chandler. Excelente micro. Un abrazo
ResponderEliminarSí, sin duda touché, amigo.
ResponderEliminarEsa primera frase, si no dicha a la persona a la que se le dan unas monedas, sí se piensa mucha veces.
Y ello me recuerda el caso de dos personas que "vendían" pañuelos en un semáforo a la entrada de la ciudad. Uno, joven, limpio, vestido adecuadamente, imagen y comportamiento adecuado, etc. (Acabó recogido por alguna instancia institucional). El otro, algo más mayor, desaliñado, malcarado, reflejaba una mayor necesidad, y a la vez resultaba menos "gratificante" para muchos compartir su dinero.
Así lo reconocía una amiga mía que me explicaba su parecer y su reacción respecto a uno o al otro... Le respondí que, tal vez, no caía en cuenta que este segundo tenía más necesidad de ella que el primero... Pero que tenía la "desgracia" de no saber hacérselo llegar.
Abrazo Julio.
Pues despejado está muy despejado el tal Filiberto.
ResponderEliminarBuenísimo.
Buena reflexión. A ese pobre hombre, ahogarse en alcohol debe aliviarle las penas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cada uno sabe de qué pie calza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bueno Julio. Me recordó la segunda parte de Trainspotting: en qué pensaste que me iba a gastar 4 mil libras si soy heroinómano???
ResponderEliminarAbrazos.
Haz el bien sin mirar a quien...solo que nos cuesta bastante y siempre estamos "mirando al otro desde la critica", cuando en realidad tenemos tanto que revisar en nuestras propias vidas. Excelente.. que tengas un maravilloso fin de semana Julio David
ResponderEliminarNunca fue bueno el alcohol no más que para desinfectar heridas; al igual que los consejos que no siempre son válidos para según que personas.
ResponderEliminarAbrazo,Julio
"El café se toma a gusto" se dice por acá, que sería algo así como, no te involucres en algo que no te corresponde, cada uno sabe lo que quiere, lo que puede o lo que le gusta.
ResponderEliminarBuen final, Julio
Pues porque puede perder esa nada, que es mucho...
ResponderEliminarUn abrazo
Hace pensar en los que por el valor de una limosna compran algo de superioridad moral y el derecho a dar consejos de vida. Ja Ja!
ResponderEliminarSaludos desde mi colina.
Buen relato, y gran ayuda para esas personas, si toman es porque se sienten mal, esperando que puedan salir de ese mundo.
ResponderEliminarAbrazo
Para ser, no basta tener.
ResponderEliminarSaludos don Julio.
Somos tan pobres que ni serlo nos dejan.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hola amigo Julio, qué bueno. Siempre deseas que no se lo gasten en vino, pero luego piensas que es lo único que tienen, la libertad de decidir que hacer con su rincón y cobardía. Me salió así. Por depender pretendiendo no serlo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Julio David.
ResponderEliminarQué final, deja totalmente descolocado al lector, y hasta por un momento se le comprende y se quiere aceptar que tiene parte de razón, luego se emplea la lógica (propia) y se reniega al momento de esa inclinación. Estupenda reflexión. Dejas pensando, vamos que lo que es mi caso, así me he quedado.
Un abrazo.