viernes, 8 de mayo de 2020

El segundo capítulo

Cuando al fin la conocí como quería conocerla, no diré que me salvó pero sí supo iluminar el abismo. Ella, entera pero etérea como un aroma a perfume que persiste en el aire y luego, mucho más, en el tiempo. Entonces volví a tener esa pequeña edad con la sensación, la misma maravilla en los ojos, como cuando recibí la primera bicicleta. Con tanta vida entre mis manos, para esta mujer, que a cualquiera que tocase lo rejuvenecería. Yo mismo incluso me veía como un recién llegado entre cosas nuevas, siendo que nunca he dejado de envejecer entre cosas viejas.

19 comentarios:

  1. Qué ilusión infantil tan bonita, qué mujer de bandera a tu lado, amigo

    Un abrazo y que dure

    ResponderEliminar
  2. " Envejecer entre cosas viejas" destinos demasiado numerosos...

    ResponderEliminar
  3. Me hiciste acordarme del nacimiento de mi hija mayor, la primera, que fue distinto a cuando lo hicieron sus hermanas.

    El texto me parece tierno, pese a que es probable que lo haya tomado por algo nada que ver...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. El enamoramiento hace maravillas, como la de rejuvenecer al más viejo.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. toda una declaración de amor a la mujer que suaviza nuestras aristas, rejuvenece nuestras arrugas y mitiga las fatigas.
    Muy bonito Julio.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Siempre hay que rodearse de vida, lo demás solo es acumulación de polvo. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  7. Químicamente hablando, el enamoramiento es una droga endógena que genera dependencia feliz y rejuvenecedora...

    ResponderEliminar
  8. Hay cosas que suceden así en la vida, iluminan, transforman... Éste parece ser el caso.

    Sobre cosas nuevas, no sabría definir... zapatos y ropa no es de ayer, en la nueva casa ya llevamos año y medio casi... Mi nieta pequeña tiene 9 años. Geranios no he plantado.

    No, no veo cosas nuevas a mi alrededor.

    Y tampoco "viejas". Ropa y zapatos de buen ver todavía. La casa, qué decir. Mi nieta pequeña, toda una vida por delante...

    No, tampoco veo nada viejo a mi alrededor.

    ¡Y mucho menos a mí mismo!

    Abrazos Julio.

    ResponderEliminar
  9. Y al conocerla...
    El aire se volvió perfume
    su voz, arrullo de la fuente,
    y su corazón, un sueño reincidente.

    Te dejo un abrazo, estimado Julio David.

    ResponderEliminar
  10. Como un chico con zapatos nuevos, que se dice.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Ese perfume embriaga hasta tal punto, que todo vuelve a ser maravilloso.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  12. Me encantó este texto, lleno de dulzura y gratitud.
    Un abrazo, Julio.

    ResponderEliminar
  13. Como perro con dos colas.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
  14. Conoci a un tipo, muy poeta él, que sostenía que el tenia la edad de las mujeres de las que se enamoraba...
    Un abrazo, amigo

    ResponderEliminar
  15. Yo prefiero la bicicleta...
    Hoy a las siete de la mañana con tormenta, aguaceros, truenos, relámpagos... hemos estado paseando solos por esta Barcelona confinada.
    No conozco a ninguna mujer que me hubiera acompañado esta mañana.

    ResponderEliminar
  16. En una película de vaqueros, hablan dos hombres de una mujer bella y especial, y uno le dice al otro:

    "Es de esas mujeres que convierte a un niño en hombre, y a un hombre en niño"

    Me pareció que la protagonista de tu relato es de ese tipo de mujeres.

    Un micro muy romántico, Julio.

    Besos,

    ResponderEliminar
  17. Qué tendrá el amor que rejuvenece tanto.

    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  18. Es de esos elementos que ilumina tu vida, aunque por un tiempo definido tan solo. Al igual que la novedad de la bicicleta que se usa por ejemplo: genial cuando es nuevo y estimulante, hasta que ya la viviste y experimentaste y no hay más.

    ResponderEliminar

EL COMENTARIO ESTÁ SUJETO A MODERACIÓN