¿Acostarse temprano? ¡No hay problema! Como
la cabecera de la cama queda junto a la ventana puede ver, entre las cortinas,
una franja de cielo con sus respectivas estrellas. Y le fascina. Ya tiene
decidido que de grande será astrónomo. Mientras tanto, sueña despierto. Se
pregunta si habrá vida como la suya en otro mundo; a diferencia de que sean
especies portadoras de hermandad, luz, amor; si acaso en las profundidades
interminables del cosmos han germinado tales extrañezas. Es la interrogante que
desvela a este idealista, romántico, ingenuo, imbécil (muy, mucho) habitante del planeta Kepler-22b en la constelación de Cygnus.
Sea del planeta que sea, un niño que se deleita mirando las estrellas y haciéndose ese tipo de preguntas es un niño que promete. Y mucho.
ResponderEliminarBesos
Très sympathique façon de voir la science fiction!
ResponderEliminarBien llevado el relato.
ResponderEliminarLa sorpresa final es la guinda del pastel.
Lejana reflexión Julio...
ResponderEliminarAbrazo.
Muy bien llevado. La sorpres afinal deja igualmente aun niño ante la inmensidad del universo.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz sábado
No creo que desde su ventana pueda ver el planeta Tierra ni sepa lo que él contiene. Si lo supiera, el pobre niño probablemnete tendría pesadillas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un giro final del relato que lo hace redondo, redondo como la Tierra y como Kepler 22b desde donde sueña un niño.
ResponderEliminarNuestros anhelos se cruzan en algún punto de la Galaxia.
Soy imbécil como tu niño protagonista, me gusta mirar las estrellas, la Luna, las costelaciones... e imaginar que en algún lugar del Universo haya vida más inteligente que en la Tierra, que está esperando desesperados ya que evolucionemos por fin para contactar con nosotros.
Un beso,
Un principito que mira las estrellas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso, conciso y tierno. Enhorabuena.
ResponderEliminarProbablemente es la pregunta que nos hacemos todos los habitantes del Universo, menos los que se dice que ya están o estuvieron entre nosotros (¡pobrecitos!).
ResponderEliminarAbrazos, Julio.
Los niños tienen tantas dudas, y cuánto más miran más piensan y más preguntan, este niño se está haciendo mayor.
ResponderEliminarUn besazo.
Muy tierno!
ResponderEliminarAbrazo =)))
Un tierno infante de otro planeta, ingenuo como niño que es. no se puede imaginar que en un planeta llamado tierra se cuecen habas como en todos los planetas habitados...si los hubiese.
ResponderEliminarUn abrazo Julio.
La ingenuidad de los niños, sean del planeta que sean.
ResponderEliminarEs muy bonito y tierno.
Un abrazo, Julio David.