domingo, 26 de agosto de 2018

LuzdeLuna

Diana Toledano

Creyendo que la luz de la luna puede ser atrapada, Lidia colocó un frasco en el jardín. Al no ver resultados, lo llevó al colegio y explicó a su única amiga sus intenciones. La compañera rió tan fuerte que pronto otros se sumaron y todo el curso se burlaba de Lidia. Esa tarde tiró el frasco a la basura. Los días continuaron indiferentes y grises. Hasta que, una mañana, el compañero que le gustaba empezó a llamarla dulcemente “LuzdeLuna”. ¡No lo podía creer! Esto la convenció de que no hay imposibles y volvió a poner un frasco en el jardín.

10 comentarios:

  1. ¿Imposibles?... ¡Jamás!

    Bonito relato.

    Abrazo Julio.

    ResponderEliminar
  2. Que pena que la vida no sea tan bella como el cuento...

    ResponderEliminar
  3. Todos los deseos son posibles...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Esos deseos infantiles tienen su lógica, aunque la realidad luego dicte su sentencia inapelable. Mientras, todo es posible

    Me gustó mucho. Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Hola Julio, aunque cuente muchas veces, al final por que no?, nunca se debe perder la esperanza.

    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Lo que alguna gente ve en en nosotros como locura, otra lo ve como algo que nos hace únicos. Besotes!!!

    ResponderEliminar
  7. Esa sensibilidad la hizo irresistible.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Tierno y esperanzador, qué bien viene en estos días.
    Un abrazo, Julio.

    ResponderEliminar

EL COMENTARIO ESTÁ SUJETO A MODERACIÓN