“Elizabeth, te advertí que no jugaras en el pasillo, mira, rompiste el florero. Ahora las dos se acuestan, castigadas. Que esto igual sirva de escarmiento a ti, Roberta”. Cada vez que Elizabeth, la favorita de mamá, se porta mal, la mujer le recrimina a ella y a Roberta, a pesar de que esta última es dócil y obediente. Mas esa noche cuando la madre sale del dormitorio, Roberta salta de la cama y la empuja por la escalera, creyendo, en su inocencia, lo justo que sería que a Elizabeth también se le castigue por algo que no ha hecho.
Mi aporte para El bic naranja
Es lo que tiene esperar a que una gota colme el vaso en vez de ir vaciándolo de vez en cuando: hay mucha agua acumulada y nadie se explica de dónde ha salido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como bien dices, en su inocencia cree en la culpa compartida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ufff, qué chungo... aunque comprensible en cierta forma. Besotes!!!
ResponderEliminarEs que la lógica de un niño es implacable. Y cuando se trata de preferidos, es asunto difícil y doloroso.
ResponderEliminarAbrazos Julio.
Qué perjudicada veo a la pobre Roberta!! Creo que después de la "caída" de su madre, de inocencia le va a quedar poco.
ResponderEliminarUn micro genial, Julio David
Es lo que pasa cuando siempre se resalta lo malo, en vez de premiar lo bueno. Como cuando nos castigaban a todos en el colegio por las bobadas de un par. Un micro macabro y de una maldad deliciosa. Me encantó, Julio David. Un abrazo!
ResponderEliminarJusto es que si se comparten las culpas ajenas, se aplique el mismo principio en ambos sentidos, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Justicia a mínima escala
ResponderEliminarLa paciencia tiene el límite justo que la lógica nos dicta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa manía de extender los castigos hace que se acumulen rencores, mal asunto.
ResponderEliminarBesos
Sin dudas, es lo que corresponde.
ResponderEliminarSaludos,
J.