El hombre arremete contra la mujer, la mujer contra los niños y los niños entre sí; cobardemente inclinándonos al que consideramos más débil para descargar nuestro temor, la frustración, el hastío. Si Magdalena hubiese tenido una mascota, ciertamente hubiera hecho con ella lo que hacía con su muñeca; ahorcarla, quemarla, maldecirla, cada vez que la madre la golpeaba.
Sin embargo, y estando incluso malherida, la muñeca también tenía con quién desquitarse. Y eligió bien: el padre de Magdalena, el primer victimario, una madrugada despertó entre gritos, salió corriendo y no volvió más. A su paso los perros le ladraron aterrorizados.
Espectacular. Muy crudo, y macabro ese final.
ResponderEliminarSaludos.
Cuánto juego dan las muñecas en los relatos y las películas de terror. Me has recordado uno que publiqué hace unos meses en mi blog: Coleccionista de muñecas
ResponderEliminarEsta vez tiene mucha crueldad, El maltrato se contagia. Un abrazo
ResponderEliminarLa muñecas buscan a un amo para vengarse por él, en cuántas ocasiones. Un gran texto.
ResponderEliminarUn saludo
La venganza de trapo. Me gustó mucho. Saludos.
ResponderEliminarPor algo siempre me han causado desconfianza las muñecas. Aunque, en este caso, la "víctima" se lo tenía merecido. Un besote!!!
ResponderEliminarque miedo...
ResponderEliminar¿Sabes que con tu relato he imaginado las escenas como si se tratara de una película de Alfred Hitchcock? qué buenísimo es tu relato, de verdad, me ha encantado, como las pelis de suspense de ese gran director y productor.
ResponderEliminarBesos y saludos.
Esa muñeca se convirtió en una auténtica Chucky.
ResponderEliminarOjalá que el círculo se haya cortado sin la presencia de quien lo originaba.
Saludos, Julio.
Tanta violencia en pocas palabras....
EliminarNo es difícil adivinar por qué...
ResponderEliminarAbrazo, Julio.
Y todos morirán....
ResponderEliminarAlguien es muy malo.
La cadena interminable de nuestro lado más oscuro, con la que violentamos y nos violentan.
ResponderEliminarSaludos.