Apenas entra a la casa, encuentra ropa desperdigada por el suelo,
prendas que va levantando conforme se acerca a la cocina. Platos acumulados,
moscas, y la hija que pide ayuda para una tarea, aguardan y ensombrecen su
panorama.
En el patio, el marido comparte risas y cervezas con los amigos. "Voy a hacer un asado", le dice el hombre.
El asado es de las poquísimas labores de las que ella no se
encarga, pero está aprendiendo para ser
la próxima en prepararlo. Y después, el divorcio.
Viva la liberdad sin asados y sin marido !
ResponderEliminarMejor de una vez, la libertad es de lo poco que no admite esperas.
ResponderEliminarSaludos
Es mejor encarar el proceso de divorcio, con todas las tares aprendidas y evitar futuras dependencias.
ResponderEliminarSaludos.
Y seguro que hasta termina preparando mejor el asado. Besotes!!!
ResponderEliminarEstoy con Alfred.
ResponderEliminarBesos.
Liberarse de la atadura de la esclavitud del hogar. Un asado más y ¡Adiós! Reina absoluta en vez de solo emperatriz.
ResponderEliminarSaludos
Si el marido además es el empresario de la entrada anterior, será la mejor decisión que habrá tomado.
ResponderEliminarSerá el emperatriz de su vida.
Abrazo.
Visto el panorama cuanto antes se divorcie mucho mejor.
ResponderEliminarSaludos.
Da gusto cocinar sin apechugar con las consecuencias. Seguro que ella no necesitará ensuciar tanto.
ResponderEliminarSaludos.
Una sabia decisión, así luego podrá invitar a sus amigas y mandarlo a tomar viento fresco.
ResponderEliminarSaludos Julio David
Puri
En mi barrio hay muchas mujeres que hacen el asado ellas mismas. No se les ve un hombre al lado...
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