La niña, temerosa,
se cobijó en los brazos de la mamá. La mujer la calmó asegurándole que no
hiciera caso, que el abuelo, por su edad, ya tenía demencia.
¿Qué significa
demencia?, preguntó la pequeña. Que habla disparates. “¿Cierto que sí, papá?”. “Muy
cierto, mi amor”. “¿Y cierto que no existen los fantasmas?”. “Por supuesto que
no”, dijo el viejo, conteniendo la emoción.