jueves, 29 de diciembre de 2016

No me olvides

Es medianoche y Rocío está en su dormitorio. Abajo, familiares se desean un próspero año nuevo. Ella no quiere saludar a nadie, salvo a papá. Al poco rato la algarabía se multiplica. “¡Mira quién te vino a ver!”, le gritan a Rocío. La joven baja corriendo. “Hija, hice una excepción solo por ti. Ven, abrázame”. El hombre abre los brazos, y Rocío se hunde en él a la altura de su pecho. “Papá, quédate”. “No puedo, amor”.

El resto del año la casa huele a flores, y quien entra en ella siente la imperiosa necesidad de visitar a sus muertos.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Azul / Rosa

Tal como la navidad anterior, este año les pedí a mis papás que no me compraran nada. No quiero más figuritas de acción, robots ni pistolas. Prefiero que ocupen el dinero en regalarle las mejores muñequitas a mi hermana menor: muy femeninas, guapas, que estén a la moda. Para asegurarme de que así sea, yo mismo los acompaño al supermercado y las elijo personalmente. Después de un tiempo, cuando mi hermanita se aburre de ellas, entro a su dormitorio y le robo una. Se sabe que los niños no jugamos con esas cosas, y me las he tenido que arreglar.

sábado, 17 de diciembre de 2016

La cama es testigo

Cada vez que sacudo la sábana por las mañanas, saltan, desde ella, algunos de los personajes o elementos de mis sueños que han quedado adheridos a su tela. Un sinfín de cosas fantásticas han eyectado al latigazo preciso de la sábana en el aire, desvaneciéndose luego en motas multicolores.

Todo muy bonito, hasta que sales proyectada tú, lo que significa que he soñado contigo aunque no lo recuerde ni quiera. Qué rabia. Cuando eso pasa, agarro la sábana, la lavo y la seco al sol. El agua y las lágrimas se mezclan y escurren. Esa noche duermo en el sofá.

sábado, 10 de diciembre de 2016

El consuelo

A la casa de la señora Matilde, se presentó un joven. Afirmó ser el amigo imaginario de Esteban y que ahora, con su partida, se sentía tan solo como ella. “¿Le parece si la acompaño?”. La mujer lo hizo pasar. “No es común que seres como nosotros seamos el amigo imaginario de un adulto”, dijo el invitado. “No te confundas, yo no quiero tu amistad”, respondió Matilde.

Desde entonces los días se han sucedido con calma, salvo las veces en que se culpan mutuamente por la muerte de Esteban. Pero a pesar de las sospechas, no se abandonan. Duermen abrazados.  

lunes, 5 de diciembre de 2016

Lapsus

Huyamos juntos y fallemos. No prometo grandes lasañas, pero sí noches en vela fumándonos un perro. Sería tan fácil si me llamaras como yo te llamo, recorrer tu cuerpo, extender mi lengua por tu vajilla hasta sacarle brillo. Se me hace que hasta tus goces deben oler a menta. Te rescataré del soporífero de tu novio y sus cuestiones marinas. Yo soy más hombre, aunque el tamaño de mi pena varíe. Allá él si te ve como una parra… Por último qué más da: ¡serás mi buda! Huyamos juntos y fallemos. Entrégame tu año. El 2017 será un gran ano.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Mi hija

Ante la insistencia de mi hija, me asomé bajo su cama. Según ella había un monstruo; un payaso diabólico, feo-feo (como esos de los circos pobres donde fuimos el año pasado y salió de ahí llorando). Adentré mi cabeza lo que más pude. Estaba oscuro como un corazón despechado. Volví con una linterna y su luz me mostró un pozo, y al interior, mi tío, quien abusó de mí cuando pequeño.

Un psiquiatra me explicó que asomarse bajo la cama, es como asomarse al inconsciente, a un trauma que se reprime.

Hoy me asomé de nuevo. Vi a mi hija.