Pasó años alimentando palomas en la plaza, tanto así, que
las aves se acostumbraron a su compañía y lo seguían, incluso, hasta la casa,
cuando el jubilado regresaba a media tarde. Ida y vuelta, cada día, una bandada
surcaba los cielos tras la huella del hombre. Pero el tiempo fue mermando al viejo,
restándole fuerzas y multiplicándole lágrimas, y ya no era capaz ni de cruzar
el jardín. Solo una mañana no sintió pena y fue cuando, tras meses de ausencia,
las palomas vinieron por él, lo alzaron por las nubes, y lo llevaron al único
destino que les pertenece.
Muy tierno y emotivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué ternura de relato. Los animales son mas agradecidos que muchas personas.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Merecía ese hermoso final.
ResponderEliminarMuy tierno.
Saludos.
Si hubieran sido gorriones diría que actuaron como buenos psicopompos que son, pero al ser palomas me dejás con la intriga.
ResponderEliminarMuy tierno relato.
Saludos.
Qué bonita imagen.
ResponderEliminarSaludos, Julio David.
Recibió la mejor de las recompensas por su dedicación a ellas mientras pudo.
ResponderEliminarUn bello cuento. Lo he disfrutado com si fuera un niño.
Un abrazo.
Otro ejemplo más de que se recoge lo que se siembra.
ResponderEliminarMuy bueno, Julio D.
Un beso
Mira que no me gustan las palomas pero, en este caso, me han caído muy simpáticas. Un besote!!!
ResponderEliminarPura magia poética, llena de simbolismos. Hermoso y tierno relato.
ResponderEliminarSoy de esas personas raras a las que le gustan las palomas. En mi ciudad hay muchas con las patitas mutiladas por los coches.
"Todavía podemos volar" parece que me digan cuando las miro con pena.
Un beso,
Qué mejor destino que el pasar a la otra dimensión acompañado por palomas.
ResponderEliminarUn microrrelato en el que prima la generosidad y el agradecimiento.
Saludos, Julio.
Qué tierno :)
ResponderEliminarBesos
Preciosa historia con una alto grado de ternura. Al final consiguió llegar lejos gracias a ese vuelo final propiciado por sus compañeras.
ResponderEliminarBesos Julio D.
Puri
Encontró gracias a sus alas blancas una eterna paz.
ResponderEliminarBesos, JD.
Hola David , un digno final para el hombre que duante mucho tiempo alimento a sus amigas las palomas , muy tierno y emotivo relato el que nos ofreces hoy , te deseo una feliz tarde saludos de Flor.
ResponderEliminarMe parece realmente enternecedor este texto.
ResponderEliminarY en verdad es que los animales saben muy bien quiénes les cuidan y les quieren.
Un beso.
Las palomas como fieles compañeras.
ResponderEliminarSaludos