El niño salió de madrugada en busca del tren que, durante noches, lo mantuvo con insomnio: no sabía si esos bocinazos que irrumpían a la distancia, esos que hacían aullar a los perros, correspondían a un tren real o a uno fantasma. Y como a él le encantaban los misterios (incluso se los inventaba), resolver esta duda lo motivaba lo suficiente para enfrentar cualquier peligro. No avisó ni dejó una nota indicando a dónde iba, pues supuso que estaría en casa antes del amanecer. Sin embargo no, el niño no volvió más. Pero por lo menos pudo resolver su duda.
¿Sería el Expreso polar? Me encantó este bonsái.
ResponderEliminarSaludos.
¿O sería el runaway train, de brandon boyd?
EliminarUn abrazo psicológico.
Oh, pero y esos padres? El niño debería haber esperado un poco a ser mayor?? ;)
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Probablemente, pero si hubiese esperado a ser mayor, como dice el dicho, quizás se le hubiese pasado el tren.
EliminarUn abrazo psicológico.
Estás seguro de que resolvió su duda, sino volvió, cómo saberlo?
ResponderEliminarSaludos.
Lo sé porque soy narrador omnisciente jeje
EliminarUn abrazo psicológico.
Tan caro descubrimiento. Mejor pensaremos que se subió al tren, de dejó llevar y nunca encontró el momento de volver.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y ahora envía postales desde el caribe... Por qué no?
EliminarUn abrazo psicológico.
Puesto que no especificas que se encontrara su cadáver sobre las vías, creo que elegiré soñar con que se montó a ese tren, que lo llevó a un mundo de fantasía en el cual fue eternamente feliz, hasta el fin de los días...
ResponderEliminarPorque soñar es lo último que nos queda.
Demoledor este pequeño pero siempre hermoso relato, amigo mío.
Abrazos.
Todo trata sobre eso: darle un fin a este niño, un destino, incluso un sueño, como dices.
EliminarUn abrazo psicológico.
A eso lo llamo yo ser un niño inquieto e inteligente, con ganas de descubrir el mundo, lo que pasa que solo pensó en el alucinante mundo de lo desconocido, huyendo para descubrir y para nada pensó en su familia.
ResponderEliminarMe gustó tu micro.
Un beso.
El sentido de la curiosidad es potente, y a muchos les sirve de guía para abrirse paso por la vida. No tienes cómo aburrirte (o muy poco) si eres como un niño curioso.
EliminarUn abrazo psicológico.
Solo espero que el tren de sus desvelos no se convirtiera en el tren de sus pesadillas.
ResponderEliminarNos has dejado intrigado a todos.
Podría regalarnos una continuación, ¿no?
Un abrazo.
Este microrrelato lo compuse precisamente con la intención de que el propio lector le diese la continuación que estime. ¿Por qué creen que el niño no volvió? Jeje
EliminarUn abrazo psicológico.
Él habrá desvelado el misterio pero nos ha dejado con la intriga a los demás. Esto no se hace. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarEs cierto, el niño resolvió el misterio. Ahora resta saber por qué no volvió a casa. La intriga acaba según decidas qué respuesta darle a esa pregunta jeje
EliminarUn abrazo psicológico.
El influjo e los desconocido nos hace aventureros.
ResponderEliminarun relato que te deja pendiente del hilo de lo imaginado detrás de las letras.
saludos
Nos voy a tirar flores y diré que aquí, por suerte, somos todos muy imaginativos.
EliminarUn abrazo psicológico.
Uau. Mola mucho, aunque es francamente violento si se mira adecuadamente. Algo que nos podría haber pasado a más de uno, me temo. Concretamente, a mí casi me sucede algo parecido. Por centímetros.
ResponderEliminarSomos dos. Si te refieres a una experiencia casi mortal con un tren, pues sí, conozco ese sentimiento. Desde entonces nunca más ¡nunca más!
EliminarUn abrazo psicológico.
El niño resolvió su misterio pero nos dejó a los lectores con el nuestro. ¿Acaso el tren fantasma se lo llevó? Yo quiero pensar que sí, y que además era un tren chulísimo en el que lo trataron muy bien...
ResponderEliminarBuen micro, tocayo, aunque nos dejes a nosotros poner el final.
¡Abrazo de sábado!
Es exactamente lo que quería, tocaya: que cada quien imaginara (y de ser posible me contara) el final que quiera. Esta historia se completa con un lector activo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Voy a introducir otra nueva posibilidad: ¿por qué no pensar que este niño fue abducido por seres extraterrestres que merodeaban por ese lugar solitario a esas horas?... De modo que cuando llegó allí, estos seres se lo llevaron en su vehículo espacial a otro planeta, donde ahora reside adoptado por otra familia de humanos que también viven en ese lejano planeta y además le conocían del barrio. Ni qué decir tiene, que este niño al que le gustaban los misterios ahora está super feliz y ya ni se acuerda de sus padres.
ResponderEliminarGracias, Julio David por hacernos pasar unos ratos muy divertidos leyendo tus micros.
Un abrazo didáctico.
Uf, con esa ventana que abres, abres un universo de posibilidades! Y todas son bienvenidas, porque como dije, cada quien es dueño de darle a esta historia el fin que se le ocurra. Tu propuesta, profe, sin duda, es la más jugada. Te la jugaste. Me gusta.
EliminarUn abrazo autodidacta.
Este niño sabía ya, más que muchos adultos...
ResponderEliminarlo que supone perder el/un/ese tren.
No sé porqué pensé en esta canción de nuestro querido Dexler:
https://www.youtube.com/watch?v=z8p-D_ywS0Y
Abrazo, psicodélico.
Por supuesto, no pudiste dar mejor en el clavo! Mientras tanto yo pienso en otra canción... a ver... ya, la tengo: pienso en la canción train, de John Mayer.
EliminarUn abrazo psicológico.
Hola David , como bien dice la Zarzamora , cogió el último tren de su vida , allí donde fuera a lo mejor estaba mucho mejor y no sufriria tanto , te deseo un feliz Sábado , abrazos de esta flor en libertad .
ResponderEliminarGracias flor por hacerte presente en este jardín botánico.
EliminarUn abrazo psicológico.