La lluvia se filtró y humedeció unas cajas. Al otro día las
sequé al sol y las olvidé. Tarde se me ocurrió mirar adentro. En una de ellas
guardo tus cartas. Pocas se salvaron. Pero una en particular, la primera que
escribiste, floreció. Y entre la vegetación, dos cositas, dos seres, desnudos,
que se aman. Somos tú y yo. No te imaginas cómo los odio: me recuerdan cosas,
las reviven, me renuevan falsas esperanzas. Es por eso que riego tu última carta,
la de la despedida, a la espera de que nazca algo monstruoso que nos mate de
una vez.
Ohhh!!
ResponderEliminarUn delicioso realismo mágico.
¿Y si le ocurriera lo inverso? :P
Un excelente micro, Julio David.
Aplausos.
Abrazo.
Ah, zarzamora, no me halagues tanto, que me vas a mal acostumbrar (mensaje subliminal: mentira, hazlo siempre jaja).
EliminarUn abrazo psicológico.
Vale.
EliminarLo haré siempre y cuando me guste y me valga la pena...
:P
Va para tu ventana otro saludo freudiano o lacaniano (???)
Sonrío.
Hay veces en que recordar las cosas buenas no nos hace ningún bien. Un besote!!!
ResponderEliminarEs lo paradójico del asunto: recordar lo bueno te pone mal, melancólico, rabioso, incluso. Parece un mal chiste.
EliminarUn abrazo psicológico.
Lo contrario a lo que muchos, quizá ingenuamente, desearían: conjurar los buenos recuerdos y matar los malos, para ver si aquellos reviven y vuelven, como por arte de magia, a hacerse realidad.
ResponderEliminarEspléndido relato. Te felicito.
Un abrazo.
El protagonista ha de estar recientemente herido por la separación, y en tales condiciones, recordar lo daña profundamente.
EliminarUn abrazo psicológico.
¡Muy fuerte muchacho, muy fuerte!
ResponderEliminar¡Y vendrán cosas peores, dice la biblia! Jaja
EliminarUn gusto verte por acá, malquerida.
Un abrazo psicológico.
No había visto que me dejaste una pregunta en el blog. ¿Qué significa pp? jajaja muero de risa (bueno no). pp significa puto parkinson. Conste que tú preguntaste. Yo como bien educada que no soy respondí.
EliminarLamento no pasar tan seguido, el tedio se ha adueñado de mí.
Un abrazo
Por cierto me río más de lo que parece, eso sí no me río de mí. todavía no he aprendido a hacerlo.
EliminarOtro abrazo
Cuando aprendas a reírte de ti, por favor, me das la receta. Gracias!
EliminarParece que no se olvida.
ResponderEliminarUn saludo.
Uno nunca olvida. Uno se vuelve experto en hacerse el tonto, nada más.
EliminarUn abrazo psicológico.
Tu micro me inspira sentimientos contradictorios, Julio. Sustiros y sonrisas por la ocurrencia de que una carta pueda florecer, y tristeza por el desamor de la pareja y la pena del prota. Y todo eso con apenas un puñado de palabras... ¿qué vamos a hacer contigo? :))
ResponderEliminar¡¡Un abrazo y feliz tarde!!
Jaja Pues mientras deciden qué hacer conmigo, agradezco sus comentarios, sobre todo de parte de lectores fieles, como tú.
EliminarFeliz tarde también para ti.
Un abrazo psicológico.
Triste poso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Poso. Buena palabra. Muy acertada para definir esta historia. Difícilmente diferenciada para nosotros los latinos al ser pronunciada, eso sí: Poso, pozo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Un ten con ten estaría bien. El amor se puede convertir por si solo en ese monstruo deseado por el protagonista, según lo riegues o lo dejes morir.
ResponderEliminarBuen micro, muy bueno.
Del amor al odio un solo paso, dicen los malintencionados y los psiquiatras.
EliminarUn abrazo psicológico.
Delicioso, simplemente delicioso
ResponderEliminarSolo espero no empachar jeje
EliminarUn abrazo psicológico.
Amigo Julio David, de verdad que cada vez que escribes, aunque parezca imposible, te superas. Este microrrelato es sencillamente delicioso de leer.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena.
Un abrazo.
Uuff no tengo discursos de agradecimiento para responder a tamaña consideración como la tuya. Solo decir gracias, Alfredo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Yo también regaría gustoso la última carta, pero creo que la rompí antes de abrir el sobre.
ResponderEliminarEstupendo escrito.
Saludos.
Como se dice, hay que regar solo semillas buenas para que no crezcan árboles torcidos. En verdad no sé si alguien lo dice jaja Es una metáfora.
EliminarUn abrazo psicológico.
Precioso. Además regar una carta es mucho más original que quemarla, que es lo que hago yo.
ResponderEliminarBesos
Sería interesante que alguien las quemara y las guardara en una urna. Sería raro pero interesante jaja
EliminarUn abrazo psicológico.
No, si ya sabia yo que tantas aguas podrian traer efectos perniciosos... Vamos a terminar maldiciendo a la Virgen de la Cueva...
ResponderEliminarJa,ja,ja
Un abrazo, amigo
Yo lo conozco por "la vieja de la cueva": "Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan, la vieja se levanta"... o algo así jaja ¿Será la misma virgen?
EliminarUn abrazo psicológico.
Es que el amor tiene parte de cal y de arena. Un
ResponderEliminarabrazo
El corazón también pasa por sus propias cuatro estaciones.
EliminarUn abrazo psicológico.
Una verdadera pasada de relato. No te imaginas lo mucho que me ha gustado. Espero que no nazca nada demasiado malo de esa carta final.
ResponderEliminarY si ha de nacer algo malo, ha de nacer lo que él desea: por fin un final justo.
EliminarUn abrazo psicológico.
También puedes quemarlas aunque me temo que el humo sea cancerígeno...
ResponderEliminarSaludos.
En tal caso, la primera opción sigue siendo la más sensata jaja
EliminarUn abrazo psicológico.
Te ha quedado un texto poético e imaginativo, Julio David, que estéticamente me ha resultado bello. En cuanto al contenido, efectivamente el desamor conviene zanjarlo definitivamente, cerrar la herida y el círculo sellarlo.
ResponderEliminarUn abrazo didáctico.
Es el remanente o el poso de un amor que fue... Me acordé de un poema del escritor chileno Armando Uribe, que se llama "Cómo desapareces".
EliminarCómo desapareces, cómo no estás: te busco.
Mis manos desoladas te buscan, aire o fuego.
Mi corazón te busca debajo de las piedras
donde hay pájaros muertos, caracoles.
Tú sueñas, ay, tú duermes, tú conoces el día:
tú me dices adiós y adiós es nunca.
Un abrazo autodidáctico.
Muy buen texto Julio David, los bellos recuerdos y su deseo ferviente por eliminarlos, ¿quizás para no sufrir?
ResponderEliminarUn abrazo.