jueves, 5 de mayo de 2016

El naranjo

Usted estaba convencida de que su hijo menor, y quien fuera uno de mis tíos favoritos, continuaba vivo pero en el cuerpo del perro. Que ahí estaba su alma. Nunca supe cómo llegó a esa conclusión. Sospechaba que tenía demencia senil, aunque cuando la visitaba, la veía siempre cuerda y serena.

Recuerdo verla tardes enteras en el jardín y, acompañada de la mascota, hablarle sobre lo mucho que le gustaba el naranjo que alguna vez plantaron juntos.

Ahora, con su partida, la entiendo. Quizás la muerte nos trastorna un poco. Solo véame aquí frente al naranjo contándole esta historia, abuelita.

18 comentarios:

  1. A veces no son demencias, sino apaños que uno hace con la realidad para hacerla más llevadera.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tal como las supersticiones. Solo nos falta apoyarnos en algo. Su éxito está garantizado, porque nos da auto-confianza.

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  2. Cada cual cree lo que quiere creer. Cualquier cosa que nos sirva para sentirnos mejor es válida. Un besote!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, mientras no se afecte la dignidad del prójimo (ni la tuya propia) está todo bien: sé feliz y ojalá de la manera más creativa posible.

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  3. Los más incrédulos, con la proximidad de la muerte, ponen en duda sus propias creencias.
    Como siempre, me ha deleitado la lectura de tu breve pero grato texto.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay un dicho: comunista hasta que te enriqueces, ateo hasta que se cae el avión jeje

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  4. Yo creo que Macondo lo ha clavado con su comentario.
    Como muchos de tus textos emana ternura.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Celia. Como soy un oso de peluche, tengo que estar a la altura con la ternura en mis historias jeje

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  5. No hay nada que entender, solo decirle al árbol que salió por un tiempo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. O, preguntarle al árbol, si es que la abuelita está en alguno de sus brotes.

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  6. No sé cómo demonios eres capaz de hacerlo, pero tienes una indudable maestría para dar una capa de ternura sobre un lienzo de amargura, y pintar así finalmente un hermoso cuadro.

    Mis felicitaciones, amigo Julio David.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puede que, comentarios como el tuyo, me animen a seguir mejorando. Quién sabe.

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  7. Ainssss qué tierno, es un micro precioso. No sé si puede ser verdad o no que nuestros seres queridos se "traspasan" al morir, pero tampoco hace daño compartir con un perro o un árbol algunas confidencias, ¿verdad? :))

    Me ha requeteencantado, tocayo.

    Un beso!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja pues más que requetencantado de haberte requetencantado, tocaya!

      Un abrazo psicológico.

      Eliminar
  8. Una herencia transmisible de padres a hijos e incluso a nietos.
    Muy bueno.
    Abrazo

    ResponderEliminar
  9. Es difícil desapegarse de los seres queridos, tu texto lo comprendo como una forma de sobrellevar ese dolor.
    Y puede que hasta acertada.

    Un fuerte abrazo, :)

    ResponderEliminar
  10. No se pero algunas personas ven en un naranjo lo que anterior estaba escrito en él, quizás en el árbol dejo algún signo. Un abrazo

    ResponderEliminar

EL COMENTARIO ESTÁ SUJETO A MODERACIÓN