El respetado hombre gris de la gran maleta era un ser complejo. Prefería cruzar la avenida innecesariamente cada mañana camino a su
trabajo, con tal de evitar encontrarse con un mendigo. Le incomodaba el tener
que pasar a su lado sabiendo que no le daría ni la más irrisoria de las
limosnas. Y como la apariencia lo es todo, antes de quedar como egoísta optaba darse
la molestia de cambiar de rumbo. Qué ridículo. Cuando le comentaron que aquel
mendigo era ciego, no hizo más que llorar. Lo supo poco después de que lo atropellaran
cuando cruzó la avenida innecesariamente.
Wow, qué duro. Desgraciadamente un reflejo perfecto de la sociedad actual. Tan hipócrita.
ResponderEliminarBesos
Si cada uno recibiera lo que merece, sería justo pero sería un caos.
EliminarUn abrazo psicológico.
Se tomó demasiadas molestias nada más que por no pasar delante del mendigo y sentirse interrogado por su condición.
ResponderEliminarEl Karma actúa tarde o temprano.
Saludos
No somos castigados ni bendecidos por la providencia, sino que por nosotros mismos.
EliminarUn abrazo psicológico.
Me has hecho soltar la carcajada. Una de esas carcajadas que cargan un poco de dolor.
ResponderEliminarQué gran escrito julio.
Abrazo.
Agradecido, Gildardo. Si le contaran esta historia al mendigo, también se cagaría de la risa.
EliminarUn abrazo psicológico.
Qué duro, una lección aprendida muy por las malas. Quizás, con un poco de suerte, no la olvide jamás...
ResponderEliminarUn abrazo!!
Difícil que la olvide. Por algo quedó vivo y no murió: le servirá para madurar esta experiencia el resto de sus días.
EliminarUn abrazo psicológico.
Ironías del destino!
ResponderEliminarSaludos.
Graciosamente crueles, como suelen ser.
EliminarUn abrazo psicológico.
La vida es así de dura y cruel a veces :S
ResponderEliminarUsted lo ha dicho, señor.
EliminarUn abrazo psicológico.
Qué absurdo, como muchas de las cosas que se hacen por el qué dirán.
ResponderEliminarSaludos
La vida la vivimos más por inercia y protocolo, como un tramite, más que por motivación y asombro, como un milagro.
EliminarUn abrazo psicológico.
A eso lo llamo yo, inconsciencia total y al susodicho "respetable" hombre, mejor le quedaría el "título" de bellaco. Ya ves las contradicciones del qué dirán.
ResponderEliminarUn abrazo didáctico
No te preocupes, que le queda mucho tiempo por delante para darse de latigazos cada vez que recuerde el papelón que hizo.
EliminarUn abrazo didáctico.
¿Lloró por no haberle dado a un ciego o por haberse tomado tantas molestias sin necesidad?
ResponderEliminarAmbas. Por eso el dolor fue doble y la estupidez infinita.
EliminarUn abrazo psicológico.
Revelador relato de la hipocresía de algunos seres. Apariencias!! pareciera que es lo único que lo conmueve.
ResponderEliminarCuando confundimos el ego con la autoestima, es fácil suponer que todo se trata de apariencias.
EliminarGracias por comentar. Un abrazo psicológico.
La ceguera del mendigo no hizo más que le resultara inútil el rodeo que hacía para evitarlo pero no por ello era menos lastimosa su actitud. De haber sabido que aquel hombre era invidente ¿le hubiera dado una limosna?
ResponderEliminarUn abrazo.
Buena pregunta, y la verdad es que no sé. Cuando vemos a un invidente pedir limosna, generalmente miramos para otro lado haciéndonos los ciegos a su vez.
EliminarUn abrazo psicológico.
Llora por sí mismo. Maldice su suerte y piensa que podría haber pasado sin darle nada y sin que se juzgara su apariencia. Una persona completamente carente de empatía. Un besote!!!
ResponderEliminarA tipos así, carentes de empatía, les tiene que pasar algo grave que los afecte directamente, para abrir el corazón al mundo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Las moralejas de la vida, el tipo era tan insensible que cruzaba por otro lado para no pasar cerca de él, y luego le atropellan. Una ración de karma en toda regla. ¡Un saludo!
ResponderEliminarPor eso no hay que actuar guiados por la estupidez, porque no nos damos ni cuenta cuando se nos vuelve costumbre.
EliminarUn abrazo psicológico.
Ironías de la vida, evitarlo por no darle una limosna y cuánta gente pasa por al lado de un pobre que pide y miran para el otro lado. Un abrazo
ResponderEliminarExacto, es lo mismo que le comenté a Josep: "Cuando vemos a un invidente pedir limosna, generalmente miramos para otro lado haciéndonos los ciegos a su vez".
EliminarUn abrazo psicológico.
Hoy me reconozco cruel, así que no escondo la sonrisa.
ResponderEliminarUn beso
Escribí la historia con una, también. Así que te entiendo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Es el tipo de personas que solo saben de yo, yo, yo, mi, me, conmigo.
ResponderEliminarSe lo tiene merecido, por egocéntrico y egoista.
Besos.
Hay que hacerles pagar a las personas así de egoístas, aunque solo sea en la ficción y la satisfacción sea imaginaria.
EliminarUn abrazo psicológico.
Qué pena llorar cuando ya no puedes hacer nada para cambiar las cosas.
ResponderEliminarUn micro genial.
Mil besos, Julio David
Sí, el llanto es como el sello a la confirmación de que ya no hay vuelta atrás.
EliminarUn abrazo psicológico.
Hola Julio.
ResponderEliminarLecciones cotidianas y nunca mejor dicho. Y no tanto por el cruce de avenidas, que también, sino por el hecho de que cada vez hay más personas con la mano extendida... Y no sé si hay capacidad de tanta dádiva.
Un placer poder comentarte libre de formalismos.
Un abrazo.
A veces desconfío de la generosidad de las personas: no sé si lo hacen desinteresadamente, o porque buscan el aplauso y que el "universo les retribuya el doble": o sea, con una segunda intención.
EliminarUn abrazo psicológico.
Hola Julio David, a través del blog de Chelo he llegado aquí y me gusta, así que con tu permiso me quedo y te invito a pasar por el mío si te apetece. Corto relato pero muy intenso ¡cuanta ingratitud hay repartida por esa esfera que llamamos mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
En mi blog hay más espacio que en el arca de Noé: todos son bienvenidos y todos caben. Y a diferencia de esa historia, mi recibimiento y gratitud es real y no mitológico.
EliminarUn abrazo psicológico.
La vida a veces te devuelve lo que haces. Es cada vez mas habitual lo que expresas en tu relato…Cuando a veces el ciego somos nosotros…
ResponderEliminarUn cálido saludo.
Me gusta llamarlo karma, pero no en el sentido "mágico" de la palabra, sino que en el sentido de que si actúas como estúpido te pasarán cosas estúpidas. Es pura y dura consecuencia.
EliminarUn abrazo psicológico.
Un buen micro con moraleja, en castizo diriámos que "a todo los cerdos les llega su San Martín" pero...de alguna manera nos incomoda tanta misería...
ResponderEliminarMe muevo a pie casi siempre, y puedo constatar que cada vez hay más mendigos en las calles, reconozco que me gustaría darles algo a cada uno de ellos, sin juzgar si se lo gastan en vino o en bocadillos, pero mi economía de guerra sólo me permite elegir, y elijo, sintiéndome mal por el resto.
También es importante, además de la moneda, una sonrisa, que sientan que no son invisibles.
Me alegro de poder comentar, me iré poniendo al día de los cuentos atrasados.
Un beso,
También considero absurdo que la persona que le da limosna a un mendigo, se crea con el derecho de decirle en qué gastarse esa plata. Si el mendigo está ahorrando para comprarse vino, es su decisión. Muchas personas lo tienen todo, y aún así son alcohólicas... ¿por qué el que vive en la indigencia tendría que ser (o se le exige ser) más noble?
EliminarUn abrazo psicológico.
A algunos le molestan los mendigos, pero no saben que muchos de ellos antes eran personas como él .
ResponderEliminarUna historia breve pero concisa .Con pocas palabras has dicho mucho.
Besos
Puri
Además uno nunca sabe si acabará también en la indigencia. No por rezarle más a Dios, o ser una buena persona, se está libre y bendecido para toda la vida. Imagina cuántos mendigos también son creyentes y buenas personas, y ya los ves, abandonados y en la miseria.
EliminarUn abrazo psicológico.