-Amor, ¿en qué estás pensando?
-En las jirafas.
-¿De verdad?
-Sí, pienso que con ese cuello tan largo que tienen, deben ser animales muy juiciosos: con el corazón y la cabeza tan distantes, no alcanzan a enredar los sentimientos con la razón. En cambio en nosotros, las ideas del corazón y la cabeza se sobreponen, y a veces no sabes lo que es real y no, lo que es posible y no.
-¿Por qué dirán que el corazón piensa, cuándo no es así?
-Porque no somos jirafas. Para mí el corazón piensa, y él piensa que tú estás conmigo, ahora.
Para mí, también piensa más el corazón que la cabeza.
ResponderEliminarUn beso :)
Muchas veces el corazón es un dictador cuando se trata de tomar decisiones.
EliminarUn abrazo psicológico.
Qué lindo.
ResponderEliminarAh qué las jirafas, deben tener buenos juicios, eso seguro.
Abrazo.
La jirafa debiese ser el rey de la selva.
EliminarUn abrazo psicológico.
Dicen que en las distancias desde las alturas, las reflexiones son más juiciosas, será por eso que tengo poco criterio :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Cuando uno se siente atrapado en su propia realidad, asfixiado, sin salida, hay que imaginarse volando. Es un buen contrapeso.
EliminarUn abrazo psicológico.
Hay ensoñaciones de las que no se quiere despertar.
ResponderEliminarEntonces no lo hagas. Yo te aviso cuando amanezca.
EliminarUn abrazo psicológico.
Nunca se me habia ocurrido lo que dices,pero la verdad es que te doy toda la razón. Este es un micro de los que seguro no se me olvidan. Me ha encantado tu reflexión.
ResponderEliminarUn beaico.
Me alegro que te guste y te lleves este microrrelato a donde vayas. Ahora seremos compañeros de viaje.
EliminarUn abrazo psicológico.
El corazón manda queramos o no. La razón es fría y distante.
ResponderEliminarSaludos
El arte del buen vivir es saber conjugar, con armonía, razón y corazón.
EliminarUn abrazo psicológico.
Solo una palabra sobre este micro, Julio David; maravilloso.
ResponderEliminarBEsos.
Y solo una palabra sobre tu comentario: gracias.
EliminarUn abrazo psicológico.
Si el corazón hace lo que la mente no razona. Un abrazo
ResponderEliminarDe vez en cuando hay que entrenar al corazón para que entienda de razones, pero con palabras suaves, que es sensible.
EliminarUn abrazo psicológico.
Qué sabio eres, corazón. Y con este corazón me refiero a Julio David. Cuán difícil resulta discernir en ocasiones entre corazón y mente, doy fe. Para mí la delantera al corazón la está tomando el plexo solar: aquí se sienten cosas que desde siempre se atribuían al corazón, y mira, no.
ResponderEliminarBesos
Con tanto piropo me sonrojas de entrada y me cohíbo jaja.
EliminarCreo que cuando andamos muy calientes, pensamos con el plexo solar. Y es rico.
Un abrazo psicológico.
En contra de su juicio tienen que poseen una cabeza bastante pequeña. Lo que no sé cómo es el tamaño de su corazón.
ResponderEliminarAcorde a wikipedia, el corazón les pesa entre 10 a 12 kg, y mide alrededor de 60 cm de largo. Lo impactante es conocer u/o imaginar la presión sanguínea que ejerce. Es enorme.
EliminarUn abrazo psicológico.
Buen observador y mejor filósofo.
ResponderEliminarMe ha encantado esta reflexión a modo de microrelato.
Un abrazo.
No, Josep, de filósofo tengo lo de rubio. Ah, verdad que soy un oso de peluche. No he dicho nada jaja
EliminarUn abrazo psicológico.
Hay ocasiones en que uno debería ser jirafa, pero no siempre. Hay decisiones que es mejor tomarlas con el corazón.
ResponderEliminarUn besote!!!
Claro que sí, hay áreas de nuestra vida que solo se entienden (o se llevan mejor) con el corazón.
EliminarUn abrazo psicológico.
Precioso, Julio David.
ResponderEliminarCreo que todos tenemos algún momento en el que nos gustaría ser jirafa y no dejarnos llevar tanto por el corazón :)
Un micro delicioso.
Mil besos
Tal vez los filósofos reencarnan en jirafas. Y otro punto en común: jirafas y filósofos son escasos y están en peligro de extinción.
EliminarUn abrazo psicológico.
Una preciosidad de texto... sin duda las jirafas son más juiciosas que nosotros gracias a la distancia entre el cerebro y el corazón. Nosotros, en cambio... buf. ¡Menuda chapuza de diseño! ¡Quién pudiera ser jirafa!
ResponderEliminarMonesvol nos debe una explicación, y nos la debe ahora!
EliminarUn abrazo psicológico.
En nosotros, por desgracia, la cabeza suele acabar ganando.
ResponderEliminarSaludos.
De vez en cuando hay que entrenar a la cabeza para que entienda de pasiones, pero con palabras suaves, que tiene un ego sensible.
EliminarUn abrazo psicológico.
Que ligero y delicioso relato. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLas jirafas no emiten sonidos, quizá sus pensamientos bajen a airearse por el cuello silenciosos antes de ser ejecutados.
La cabeza razona y el corazón tiene siempre la última palabra, en mi caso.
Un beso,
También hay que airear a la cabeza de pensar y calcular y sopesar tanto, y dejarle las riendas al corazón: a ver con qué nos sorprende cuando está al mando.
EliminarUn abrazo psicológico.
Un interesante razonamiento acerca de las jirafas, ya lo creo. Yo creo que hay momentos para pensar con la cabeza y otros para pensar con el corazón; lo difícil es saber cuál es cuál :))
ResponderEliminarInteresante micro, tocayo!!
Un abrazo de casi-finde.
Para saber dirimir entre cabeza y corazón, quizás habría que escuchar más seguido a nuestra intuición.
EliminarUn abrazo psicológico.
Dicen que las mujeres piensan más con el corazón que con la cabeza y los hombres al revés, ¿Será?
ResponderEliminarSaludos
No sé, yo veo que los hombres somos muy pasionales: los crímenes, los fanáticos del fútbol y la religión, las guerras, etc... los hombres destacamos en muchas estupideces impetuosas más guiados por el corazón que el intelecto. Creo.
EliminarUn abrazo psicológico.
El corazón engaña a veces, eso es cierto.
ResponderEliminarPero la cabeza a pesar de ver solo lo objetivo se pierde esas líneas que como un vaporoso sueño sabemos que existen.
Me ha encantado tu cuento, aunque vengo leyéndote desde hace un tiempo.
Saludos.
Hola! Gracias por hacerte visible. Es todo una dicha (que me ayuda para combatir en algo la pequeña melancolía típica de domingo), saber que tengo otra lectora regular más.
EliminarUn abrazo psicológico.
A golpe caliente el corazón manda, por suerte el tiempo nos enfría y hace que razonemos.
ResponderEliminarMuy bueno Julio David.
Un abrazo, ;)
Es cierto, el tiempo nos enfría... Pero a veces el arrepentimiento por no haber actuado, sin miedo, acorde a lo que el corazón nos dictaba, nos vuelve a calentar y dos veces más!
EliminarUn abrazo psicológico.
Seré yo una jirafa? Ay, julio David, Qué dilema...
ResponderEliminarAy, Mercedes, no me pongas entre la espada y la pared, que no sé qué responderte.
EliminarUn abrazo psicológico.
Una buena explicación a esa batalla entre la subjetividad y la objetividad, corazón y cerebro, pero me temo que siempre ganará el corazón por muy distante que estén. El método científico como razonamiento está vetado para andar por la vida.
ResponderEliminarSaludos Calados.
La gente guarda esperanza en que si hay una disputa entre cabeza y corazón, gane el corazón. Tenemos una predisposición a que eso pase, queremos que pase, porque sabemos que a la hora de la verdad, hay más probabilidades de que gane la cabeza.
EliminarUn abrazo psicológico.
Para no reincidir en lo mismo y que ya ha quedado muy bien explicado, me permito salir por peteneras ...je,je,je y arrojar el balón fuera del campo.
ResponderEliminarSe me ha ocurrido que las jirafas podrían simbolizar la balanza y si pudiesen hablar quizás nos asombraríamos porque serían unos jueces perfectos ¿verdad?...
No me hagas mucho caso, porque lo que intenté es sacarte una sonrisa.
Un abrazo didáctico.
Jaja te entiendo, todo lo que se ha podido decir sobre este microrrelato, ya se ha dicho hasta el cansancio: la eterna disputa entre razón y corazón... Disputa que podría darle fin una jirafa cualquiera, aunque se comunique por lenguaje de señas.
EliminarUn abrazo psicológico.