Un pinchazo en la primera sesión y acabaría con su alcoholismo de media década de golpe (tres meses de abstinencia le aseguraba este medicamento). Pero a la espera de ser atendido, el pánico lo impulsó a escapar de la oficina. Perdido y semidesnudo, recorrió varias cuadras hasta dar con una tienda de licores. "¡Me lo voy a tomar todo!". Cerró los ojos y se lanzó contra la vitrina, cayendo del otro lado sobre la camilla del consultorio.
-¿Seguro que quieres hacer esto, o vas a salir corriendo de nuevo? -Lo despertó el doctor.
-No, ya no voy a huir más.
He llegado a tu blog a través de tu comentario en el mío. Son muy densos tus microrrelatos. La verdad es que no los cojo a la primera. Ja, ja, ja, los tengo que releer y aún así no sé si los interpreto correctamente. Pero imagino que te gustan así, con mucho margen para la interpretación. Enhorabuena por tu gran imaginación.
ResponderEliminarTe explicaría éste, pero entonces le mataría la mística que le has creado jaja.
EliminarNos seguimos leyendo, Zarzamora!
Un abrazo psicológico.