Muerta la señora, la casa se rehusó a ser nuevamente habitada. Es por esto que el hijo mayor (quien la ocupaba mientras tramitaba la venta de la misma), debió poner a prueba su tenacidad frente al sentimiento de rechazo que se hacía patente en las tazas, lámparas, sillas, cosas varias que retrocedían con recelo ante su presencia.
No, no era bienvenido. Y la casa, gentil hasta entonces, se lo volvió a explicar la madrugada en que se apagó la luz al tiempo que se abrió la puerta principal con sereno proceder para brindarle al intruso la última oportunidad de irse.
Creo que el hijo haría bien dándose por enterado... antes de que la casa fuera más expeditiva a la hora de manifestar sus deseos.
ResponderEliminar¿Qué pueden las personas contra toda una casa que no quiere ser habitada?
Buen relato, con su toque de misterio e invitándonos a empatizar con los sentimientos de la casa :)
Un abrazo de domingo!!
Yo no me metería con una casa en pleno proceso de duelo. ¿Quién sabe si las cosas tienen memoria?
EliminarUn abrazo psicológico.
Era eso o volverse loco.
ResponderEliminarSaludos
Y no hay que ser muy astuto para entender las "indirectas".
EliminarUn abrazo psicológico.
Me hha encantado tu relato amigo Julio..me gusta las intrigas y ese que pasará al final..
ResponderEliminarGracias por tu cariñoso comentario en mi escondite y ya estoy siguiendote
Besitos mi niño
También voy a pasarme más seguido por tu escondite, Victoria.
EliminarUn abrazo psicológico.
Creo que las casas que habitamos guardan mucho de lo que somos y lo que fuimos. Quizás esa casa no era ajena al dolor sentido por la dueña.
ResponderEliminarUn abrazo cálido
Pasamos de esta vida al otro mundo, y las cosas de las cuales éramos dueños permanecen, quedan aquí, sobreviviendo a lo que fuimos.
EliminarTan orgullosos que somos los seres humanos, cuando hasta una aguja, un botón, o algo tan simple como un pañuelo vivirá más tiempo que nosotros.
Un abrazo psicológico.
El que avisa no es traidor. Yo me iría.
ResponderEliminarSaludos.
Yo hasta pediría disculpas antes de irme.
EliminarUn abrazo psicológico.
Ay, qué miedo... Mejor que huya sin mirar atrás. Besos!!
ResponderEliminarEs cierto: cuando uno huye (de lo que sea) y mira atrás, da más miedo.
EliminarUn abrazo psicológico.
Contundente manera de demostrar el poco aprecio por el intruso.
ResponderEliminarSaludos.
Es como cuando se entra a una casa por primera vez, y sentimos un ambiente pesado que nos cambia el ánimo. Malas vibras, que le llaman. ¿Será tan así?
EliminarUn abrazo psicológico.
Madre mía, Julio, qué escalofrío.
ResponderEliminarNo soy especialmente miedosa, pero si una taza se desplazara de su sitio, las lámparas se apagaran o encendieran, sintiera que alguien que no veo abre y cierra puertas... Me muero.
Me encanta el final, Julio, yo del hijo me iría de allí, y bien lejos.
¿Venganza materna? Qué freudiano.
Un beso,
Buena vuelta de tuerca con lo freudiano. De ser así, la casa representaría algo así como el vientre materno.
EliminarUn abrazo psicológico.
que triste ni la madre ni la casa querían al hijo...
ResponderEliminarqué karma de la difunta
pd...este es mi blog http://dondeperderse1.blogspot.cl
Eliminargracias por tu huella en un poema algo ya pasado
Me agradan tus textos, los he ido descubriendo de a poco.
EliminarUn abrazo psicológico.
Sin duda esa era una casa inteligente.
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos.
Ah, gracias por indicarme ese poema de Neruda. No lo conocía. Es buenísimo.
Hay un Neruda para cada quien. El Neruda enamorado me ha servido a mí. Sí, me he servido del vate.
EliminarUn abrazo psicológico.
Las casas hablan, desean, sienten...
ResponderEliminarLa de tu historia queria ser libre de personas
pero con alma de sentimientos
Y también se quejan, sobre todo las que están hechas de madera.
EliminarUn abrazo psicológico.
Es la primera vez que te leo y el micro me ha gustado, aparte del tono de terror me ha gustado ese alma que tienen los objetos. Es cierto lo que cuentas, también ellos tienen que hacer duelo para enamorarse de nuevos habitantes. Me has llevado al reparto de ropas del muerto entre los vecinos del pueblo, el acostarse en la misma habitación que falleció la abuela. A todo eso me has llevado. Un saludo.
ResponderEliminar¡¿El reparto de ropas del muerto entre los vecinos del pueblo?! Desconcertante manera de perpetuar la memoria del difunto. Pero excelente contexto para situar una historia de terror.
EliminarUn abrazo psicológico.